Es más fácil amar a la humanidad en general que al vecino.
E. Hoffer
E. Hoffer
La espalda del mundo,
película documental dirigida por Javier Corcuera, nos ofrece una visión
de aquella gente que, habitualmente, no suele aparecer en las
pantallas. Un niño peruano que pica piedras para ganarse la vida; un
refugiado kurdo obligado a vivir en Suecia; un condenado a muerte cuya
ejecución ha sido aplazada en numerosas ocasiones pero que sigue
esperando en un pasillo de la muerte de EE.UU… Son la espalda del mundo,
son los excluidos a los que nadie ve.
Todos
sabemos que el sufrimiento humano engendrado por otros seres humanos
tiene más que ver con la indiferencia de muchos que con la maldad de
unos pocos. Y la psicología ha intentado estudiar a qué se debe este
fenómeno de invisibilidad de la exclusión social. Por una parte, se ha
comprobado la influencia del llamado efecto del espectador: cuando hay
muchas personas que presencian una situación injusta, la responsabilidad
de pasar a la acción se diluye entre todos y nadie actúa.
Por
otra parte, se produce un fenómeno que tiene que ver con la capacidad
de concentrarnos en ese momento en la situación de la víctima. Un
irónico experimento realizado por los psicólogos Darley y Batson (1973),
demostraba que, aunque creamos en la ayuda a un nivel teórico y estemos
dispuestos a dar una conferencia sobre el tema, podemos no echar una
mano a alguien si tenemos prisa… por dar esa conferencia. La
investigación se realizó con estudiantes del Seminario Teológico de la
Universidad de Princeton. A estos futuros sacerdotes se les pidió que
dieran una charla sobre la parábola del buen samaritano. Ellos
estuvieron un rato ordenando sus ideas y pensando sobre el tema en una
sala, y luego se les dijo que se encaminasen al estudio de grabación
situado en otro edificio. A algunos estudiantes se les advirtió que
fueran rápidamente, porque la charla tenía que empezar pronto. A otros
se les dijo que tenían mucho más tiempo. Por el camino, los estudiantes
se encontraron con un hombre caído en el umbral de una puerta, gimiendo
lastimeramente y tosiendo. Pues bien: cuando el estudiante era de los
que tenían tiempo para ir a grabar, casi siempre se paraba a prestar
ayuda. Pero cuando el estudiante era de los que tenían prisa, sólo un 10
por 100 se detenía a echar una mano. Irónicamente, el experimento
demostraba que, a veces, no vemos a aquellos que necesitan ayuda… porque
estamos demasiado concentrados en la charla que vamos a dar sobre la
importancia de ayudar al prójimo. La espalda del mundo puede ser
invisible incluso para aquellos que hablamos sobre ella.
Escrito por Luis Miño
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